La vi surgir de repente, entre la muchedumbre, alzando sus ojos, intentando ver el cielo gris de esa fría tarde de diciembre. El bosque de cabezas la impedía ver el espectáculo de esas nubes plomizas que acechaban encima del mundo. Se movía entre la gente, como un ratoncito acorralado, rápida, furtivamente. Extendía su mano intentando tocar la vida que se extendía detrás de los escaparates. Los maniquíes la sonreían detrás de los cristales medio empañados por el frío. Hablaban con ella, si, con ese idioma de miradas que sólo los niños conocen. La gente no se daba cuenta de se existencia, hasta ella misma creía que era invisible. Maravilloso, se dijo. Sin embargo una pequeña punzada de dolor, de tristeza, surgió en la boca de su estómago.
Extendía su mano una y otra vez segura que una mano cálida y suave la llevaría para llevarla a casa. Pero no. Oía el bullicio, el olor a pasteles, las risas de los extraños. Y ella miraba y miraba y alzaba su mano. Era una extraña en mitad de esa calle abigarrada, en mitad de la nada. Se paró, giró su cabecita y me sonrió. ¿Acaso era yo el único que había caído en su existencia? Alcé mi cámara para plasmar para siempre la belleza de esa carita que me miraba.
Empezó a llover. Una lluvia cansada, silenciosa, que mojaba hasta el alma. Disparé mi cámara y atrapé ese instante, ese pedazo de tiempo pero ella no estaba. Seguí durante un rato inmóvil, intentando descubrir dónde se había metido.
En esa foto estaba la calle, la gente, la lluvia, pero no lo más importante. La carita que me miraba cada vez que cerraba los ojos.
Estaba calado hasta los huesos. Me calé el abrigo y di media vuelta.
¿Acaso sólo fue un sueño?
Extendía su mano una y otra vez segura que una mano cálida y suave la llevaría para llevarla a casa. Pero no. Oía el bullicio, el olor a pasteles, las risas de los extraños. Y ella miraba y miraba y alzaba su mano. Era una extraña en mitad de esa calle abigarrada, en mitad de la nada. Se paró, giró su cabecita y me sonrió. ¿Acaso era yo el único que había caído en su existencia? Alcé mi cámara para plasmar para siempre la belleza de esa carita que me miraba.
Empezó a llover. Una lluvia cansada, silenciosa, que mojaba hasta el alma. Disparé mi cámara y atrapé ese instante, ese pedazo de tiempo pero ella no estaba. Seguí durante un rato inmóvil, intentando descubrir dónde se había metido.
En esa foto estaba la calle, la gente, la lluvia, pero no lo más importante. La carita que me miraba cada vez que cerraba los ojos.
Estaba calado hasta los huesos. Me calé el abrigo y di media vuelta.
¿Acaso sólo fue un sueño?
Mas musas en casa de Gus
¿puede ser que el deseo nos haga ver fantasmas?
ResponderEliminarEl ratoncito corrio tanto que desapareció. La aproxima vez seguro que atrapas su imagen yo lo hice en mi imaginación guiada por ti.
Abrazos.
Nos gusta imaginar y ver, tal vez, eso que deseamos. O buscamos no verlo para poder escribir sobre la falta de visión.
ResponderEliminarMe a encantado tu musa. Ha sido generosa.
Un besín
Descripción muy buena de todo el ambiente de la calle, escaparates, bullicio, la lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo
La imagen borrosa siempre nos lleva a los suñeo, ese lugar donde se cumplen los deseos y en el que podemos jugar a ser otros. Tu magnifico relato, querida Inama, para mi esta lleno de deseo, de búsqueda, de encontrar aquello que necesito y en medio de la aglomeración que me impide ver lo que realmente quiero. Bonita evocación.
ResponderEliminarUn besazo amiga
He sentido la lluvia calándome en medio de la calle y ella ¿un sueño, una dulce promesa perdida en la calle?
ResponderEliminarInma, una hermosa búsqueda de algo mágico, oculto como todo lo verdaderamente costoso. Besitos.
Un bosque de cabezas... de gentes que no ven lo que unas manos piden.
ResponderEliminarMe gustó. Mucho...
Un fuerte abrazo juevero, cuñada de Gustavo.
Brujita ¿que viste que no capto tu cámara? ¿Era un angel? ¿Un sueño? ¿Una ninfa? Noooo, era tu musa, vino te inspiro este maravilloso cuento y desapareció para que nos dejaras este relato. Un beso grande y muuuchos cariños.
ResponderEliminarPor favor Inma ponme un acento en captó que no sé donde se ha ido y así no te dejo un borrón. Gracias guapa jajaja.
ResponderEliminarTal vez sea ella esas piernas que se escapan por la esquina...o tal vez...
ResponderEliminarGusto de leerte.
Mariví
San. A veces queremos tanto algo que lo vemos aunque no esté y nos empeñamos en que tiene que estar. La próxima vez seguro que lo consigo. Un beso
ResponderEliminarCelia. La imaginación nos puede llevar a ver lo que no existe. O lo que solo ven los ojos del alma. ¿no crees? Un beso
Carmen, la foto habla sola. Yo sólo he sido su portavoz. Un beso
María José. Cierto. Quizá mi relato sea un reflejo de lo que quiero y no veo o quizá no logro alcanzarlo porque ya está tan lejos de mi que se escapa a mis posibilidades. Un besazo enorme
Natalia, un sueño lejano, pero no imposible. Lo que más cuesta es lo que más vale. Un beso
Cas. Un bosque en el que un alma pasa desapercibida a los ojos de todos menos al indiscreto de una cámara... Un beso
Medea. Si, probablemente era ella y por eso no pude capturarla. Porque si lo hubiera hecho no podría ayudarme en futuras historias. Un beso
V Nas. O tal vez solo sean producto de mi imaginación. Un beso
Bueno, tu cámara es tu atrapasueños y este no lo captó, simplemente porque es tuyo ya, está dentro de ti...
ResponderEliminarBonita musa viste en la foto...
Besos
Matices. Creo que si, que está dentro de mi y por eso no pude atraparlo.
ResponderEliminarUnb eso
¡qué cabronaza bonita eres, cuñada! ¡me vistes a un niña de...¿sueño? de ¿ángel entre la multitud? y vas y la dejsas escapar...¡¡¡¡¡
ResponderEliminarese alzar las manos de la niña debe de ser de un tormento infinito, ese no saberse dónde está...pero ese ver a la prota, ese dejarse ver tal vez por la prota, es también un toque mágico, un toque mágico concedido a la prota...pero no me gusta que desaparezca la niña y se quede la magia, cuñada..cuñada de los mil registros..de las mil sorpresas.
besos míos, que en realidad era esa niña de la calle.
si ya decia yo cuñado que su cara me sonaba jajaja. Siempre hay que dejar un hueco para la magia, no olvides que la magia forma parte de mi como buena bruja que soy.
ResponderEliminarUn beso enooooorme cuñado
Ojala que los niños que todos los niños del mundo, pudieran tener un plato de comida, sus sueños para realizar y cambiarlos haciendoles una mundo mejor donde siempre les acompañe la sonrisa.
ResponderEliminarBonita historia la magia no falte nunca..
Primavera
http://thedailyplanetbloggers.blogspot.com/
ResponderEliminarPor aquí tienes un merecido regalo
cariños de Clark y Lois