21/10/10
ESTE JUEVES UN RELATO: ROBÓTICA
Hola, mi nombre es robot, porque soy un robot; bueno soy un robot hembra, y me hago llamar Robotina.
Me encanta ser robot y sobre todo llevar falditas pegadas a mi cuerpo; aunque a veces se queden atascadas entre las ranuras de mis piernas. No tengo por qué recordarlo pero nosotras somos mejores que los varones, tanto que aunque llevo gafas he aprendido a dar cada paso con la vista, y hasta escuchar los chismes de mis vecinos con sólo mirarlos.
A nosotras, las niñas robots, no pueden calificarnos de anómalas porque sobrecarguemos la función ocular. Soy tan corriente como cualquier perro, hombre o similares. De hecho tengo unas orejas enormes color café heredadas de mi padre que de vez en cuando se enrojecen cuando me excedo en escuchar a los demás.
Nací hace casi 29 años como una ciudadana común, pero fue con el “boom” musical y tecnológico que me convertí en robot. En síntesis llevo 10 años sin poder menear mi cuerpo serrano como las otras.
Después de los 15 ya tenía destacados mis dotes de hembra española y antes de los 19 ya había engordado. La gente cree que las robots no tuvimos un pasado oscuro, con la sombra de los carbohidratos aplaudiéndonos en la cocina. Pero hoy soy distinta, ya perdí el apetito por la comida chatarra (y no porque seamos familia). Sin embargo, de lo que aún no me he librado es de la alergia y de picar entre horas.
No entiendo cómo caí en las redes de la robótica y por qué camino por la calle al ritmo en que veo a los demás andar. Lo cierto es que mis audífonos me mantienen alejada del mundo…soy silente.
Eso sí, mis audífonos no son los culpables de mis extraños gustos musicales. Y es que lejos del reguerón, que como dice mi profe Milagros Socorro “me mueve hasta el cabello”; mi móvil lleva la tranquilizante melodía de Sabina, Serrat, Perales y mi hombre de carne y hueso, Eros Ramazzotti.
Ayer me percaté que soy feliz viviendo bajo esta armadura; pues no sufro de estrés, tristeza y depresión, las tres marías que se pasean en tantas portadas de revistas y que sumada a la inseguridad tienen a la humanidad más perdida que nunca.
Y es que en la tarde de ayer, aproximadamente a las dos, cuando casi cerraban el banco fui a depositar los cobres de la renta. Ahí estaba yo, con mi imaginación en Eros, mis metales en la fila y mi mirada en la trágica historia de divorcio que vivía la amiga de mi antecesora en el turno bancario.
No pasó mucho tiempo cuando todo el mundo se alborotó. Los robots y ellos. La cajera entró en pánico, como anti-protagonista de portada de “Cuerpo y mente sana”. Un ladrón la agarró, la apuntó, le quitó el dinero que aún no estaba en la caja fuerte y se fue; así, como si nada.
Gracias a Dios que soy robot y que tomé la actitud del malhechor de lo contrario sería vecina de camilla en el hospital donde hoy está la cajera con un ataque de nervios.
Aunque todo no es tan positivo en este escondite metálico que me arropa. La realidad, es que quiero visitar ese hospital. Hace algún tiempo me enamoré de un traumatólogo y no se como romperme una pierna…
Más robots en casa de Gus
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Pos Brujis, no está tan mal la robotina, sin las tres marías, aunque la comida chatarra causa estragos en los tornillos que salen disparados a falta de refajos. Tiene su encanto y me parto, jajajaja, ese enamoramiento con el trauma le causará un idem en las neuronas ¿y si se tiende en medio de la calzada cuando pasa la apisonadora? conste, la piernecita nada más.
ResponderEliminarMe destornillé Brujis, y no encuentro mis placas solares, fundidas de tanto reír. Besitooo y suerte a Robotina, Tina ¿nooo?
Natalia cielo se lo diré cuando la vea, que tu idea no es mala, no se como no se la ha ocurrido a ella... jajaja. Ahora, que igual la da cosa que un "tocayo" la atropelle jeje.
ResponderEliminarBesosssssssssssss
¿Y qué pica entre horas, chips de tuerca con sabor a muelle y fritos en aceite de motor?
ResponderEliminarIgual se que quita un par de tornillos liga con el traumahierros...
Menuda imaginación, compañera maléfica!
Beso.
jajaja, pues entre horas, pica muelles que le han dicho que son buenos para el ansia y no engordan jajaja. Lo de los tornillos me parece menos doloroso que lo de la apisonadora...
ResponderEliminarBesosssssssssss
Me gusta Robotina porque es silente y admiradora de Eros Ramazotti.
ResponderEliminarLo del traumatólogo es fácil, con desatornillar un par de tuercas de cualquiera de las piernas ... igual creo que su sola presencia lo va a impresionar jajajjaja
un beso
Any, es que la chica tiene buen gusto jeje. Yo tb creo que con su sola presencia quedaria obnuvilado jajaja.
ResponderEliminarBesos
Tengo dudas hacia donde engorda la robotica...hacia los lados,,hacia arriba..eh, se enamora?...lo que nos faltaba ahora que con los escasos que son los hombres nos vengan a quitar las robotinas los poquitos que hay en el mercado, dios lo que hay que aguantar...ja ja ja
ResponderEliminarMuy simpatico el relato.
Primavera
Jajajaaja. Primavera, que si, que es que Robotina tiene alma de mujer....
ResponderEliminarBesosssssssssss
jajaja....muy divertido! la verdad...que se desajuste los tornillos si quiere ver al traumatologo...besos
ResponderEliminarDivertido relato, a veces no todo son ventajas en los robots, porque eso de romperse una pierna para conocer al traumatólogo, no se yo...
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja un fantástico cuento, pero no te preocupes por engordar robotina el metal...NO CEDE. Un beso oxidado jeje
ResponderEliminarYo quiero ser Robotina, me gusta su misma música, no como comida chatarra, no por ser de la familia como decís vos (jajajaj) sino por no engordar demasiado (un poco me lo permito). Eso de no sufrir las tres Marías está buenísimo, y lo del traumatólogo,vamos que cualquier juevera le puede dar alguna idea, todas somos muy pícaras (por decir lo menos, jajaja)
ResponderEliminarMe has hecho sonreir, siempre lo haces, tenés más de cálida que de bruja!!! BESOTES
la imaginacion al poder, di que sí, cuñada...
ResponderEliminarsi pòr mi fuera, a esa robotina no la rompia la pierna, que va...la haria dear una casa nueva que de albañiles y peones se viera necesitada...asi...seguramente, se que tu, cuañada le has metido mi direccion dentro, me llamaria y yo acudiria y luego, luego, ya se veria...amen de que asi ella no se deberia de desplazar...ay, quiero a mi robotina...dame sus señas, cuñada ingeniosa de la pradera...
mil besos.
Uffff Medea no veas que peso la vas a quitar de encima cuando sepa que el metal no cede... con lo preocupada que esta la pobre jeje. Besosssss
ResponderEliminarCas mi niña, si es que creo que todas tenemos algo de robotinas dentro jeje. Que conste que yo tampoco me permito la comida chatarra, pero no porque no me guste, si no por lo siguiente. Un beso enorme
Cuñado, ¿acaso lo dudas? pues claro que le he metido dentro tus señas, vamos, faltaria mas. El dia menos pensado te llaman al timbre y cuando abras la puerta ahi la tienes enterita pa ti...
Mil besosssssssss
Bueno veamos bruji, este relato me plantea la secuencia de robots-defensa. Metal que nos cubre e impide que nuestros defectos se vean, que los complejos se exterioricen que nos agredan a traves de ellos, cuando en realidad no existe sólo lo fabrica nuestra mente.
ResponderEliminarRobotina existe un poco dentro de cada uno de nosotros.
Un beso
Pues si Mª Jose, todos tenemos ahi un click de auto defensa que nos hace ser un poco robotinas.
ResponderEliminarBesos
ESTAS CONVOCADO AL ...
ResponderEliminarHALLOBLOGWEEN