15/12/10

ESTE JUEVES UN RELATO: HISTORIAS DE ASCENSOR


Gabriela decidió empezar una nueva vida en otra nueva ciudad. Se hizo la cirugía y se cambió el nombre. Cambió también su estilo de vida y su forma de vestir. Así se aseguraba que nadie la conocería jamás.
Estuvo fuera un par de años, se convirtió en una mujer de éxito, su carrera profesional iba viento en popa y había logrado su propósito. Ser una desconocida.
Todos los días iba a su oficina y hacia el mismo recorrido. No se desviaba ni medio metro, lo hacía meticulosamente. Salía de casa a las ocho de la mañana, bajaba al portal y saludaba a Faustino el portero. De camino a la oficina paraba en uno de los tantos chiringuitos que vendían café y pedía al mozo un cappuccino con extra de azúcar. Lo iba saboreando todo el camino y lo terminaba justo al llegar a su trabajo.
Trabajaba en una gran empresa de compra-venta de antigüedades y era una de las mejores vendedoras de la zona. Su oficina estaba en el piso 15, así que todos los días cogía el ascensor para llegar a su despacho y así poder empezar su jornada laboral.
El lunes por la mañana, justo cuando las puertas del ascensor se cerraban, una mano las volvió a abrir. Los ojos de Gabriela se abrieron como platos al ver al hombre que entraba en el ascensor. ¡Era él! No podía dar crédito a sus ojos. Se quedó quieta, apenas respiraba, tenía miedo de ser reconocida y cuando llegó a su piso, sin apenas levantar la cabeza salió a toda prisa del ascensor.
Esto mismo se vino repitiendo los dos siguientes meses en los que Gabriela, coincidía con él en el ascensor y luego no le veía más en todo el día. Era como si se lo tragara la tierra y ella seguía sin saber si él la había reconocido.
Ese Martes llegó al ascensor y justo cuando iba a entrar en el escuchó unos pasos acelerados que se introducían en el.
-Buenos días.
-Buuenos días.
-Hace un calor espantoso.
-Si…
-¿A que piso va?
-Al 15
-Umm yo me bajo más tarde, voy al 23.
-¿Es usted de por aquí? Llevo en la empresa algunos años y no le había visto hasta hace dos meses.
-¡Qué observadora! No. Soy de San Francisco, me he trasladado aquí por negocios. ¿Y usted es de aquí?
-Si…
-Llegamos. Piso 15. Adiós. Ha sido un placer Sra.…
-Ana, me llamo Ana. El placer ha sido mío. Hasta otra.
¡Perfecto, no la había reconocido! Ahora ya podía empezar a jugar.
Poco a poco Gabriela y Pedro que así se llamaba el hombre, fueron cogiendo confianza, cada día llegaban un poquito antes para poderse demorar en el ascensor. Lo cogían cuando no subía nadie, les gustaba estar solos, tenían más libertad para hablar. El ascensor se había convertido en su confesionario.
Gabriela, cada día flirteaba un poco más con Pedro, su juego iba viento en popa y al poco tiempo Pedro, la invitó a cenar.
La noche fue tal como ella esperaba, cena romántica en el mejor restaurante de New York, después unas copas en el P3 y una noche de sexo apasionante.
Al día siguiente, quedaron como ya era habitual en la puerta del ascensor para subir juntos a sus oficinas. Cuando Pedro la vio, no pudo evitar sonreír. Se acercó a ella y la dijo al oído… Te quiero.
¡Bien! Lo había conseguido. Pedro se había enamorado de ella. Era hora de devolverle lo que era suyo. Lo haría ese mismo viernes en el ascensor.
A las ocho y media como un clavo estaba Pedro el viernes esperando a Gabriela en la puerta. Cuando ella llegó, se besaron apasionadamente y entraron al ascensor. Cuando iban por el piso 9, Gabriela, pulsó el botón de parada de emergencia y el ascensor se detuvo.
-¿Qué haces Ana?
-Jugar amor, jugar.
-Vamos a llegar tarde cariño.
-No te preocupes Pedro que nos tienen que sacar de aquí y tenemos por lo menos una hora de espera. Mientras tanto…. ¿por qué no me haces el amor? Nunca lo he hecho en un ascensor y me da mucho, mucho morbo.
-¿Y si nos pillan?
-¡Que nos van a pillar! Te he dicho que tenemos por lo menos una hora. Anda, no te hagas de rogar. Mira lo húmeda que estoy.
Pedro, con solo tocarla por debajo del tanga ya se excitó. Se acercó a ella y la besó mientras la desabrochaba la blusa con una mano y con otra la levantaba la falda para quitarla el tanga.
Poco a poco se fueron despojando de toda la ropa hasta quedar los dos desnudos. El pene de Pedro estaba tan erecto que parecía un sable. Estaba demasiado excitado. Cogió de las manos a Gabriela y la empotró contra la pared. Iba a penetrarla cuando Gabriela le frenó.
-¡¿Qué pasa?¿Por qué me apartas nena? ¿No ves lo cachondo que me tienes? ¿Es que no quieres sentir en tu coñito esto tan duro?
-Si, si quiero. Pero quiero que te pongas preservativo.
-¡Coño! No tengo. Como no lleves tu uno en el bolso…. Además, que condón ni condón. Mira como estoy ven que te la clavo y vas a ver lo que es que te follen bien.
-Ya se lo que es que me follen bien. Espera que yo si que llevo condones en el bolso.
Gabriela se agachó para abrir su bolso, sacó un enorme cuchillo él y sin mediar palabra de un tajo le cortó el pene a Pedro.
Cuando los técnicos abrieron el ascensor, se encontraron a Pedro tendido en el suelo desangrado y a Gabriela llamando por teléfono. No daban crédito a lo que estaban presenciando, solo acertaron a escuchar…
-¿Policía? Me llamo Gabriela Márquez y acabo de matar al hombre que me violó hace dos años. Vengan para acá.
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16 comentarios:

  1. Pues si, la venganza es un plato que se sirve frio aunque tengas que tener un control de acero.
    Consideraciones éticas aparte creo que es una reacción que cualquier mujer firmaría, la violación es fisica y conceptualmente brutal y aquel que la comete debe ingresar en la colectividad de las antisociales para siempre.
    Me ha gustado el relato,parecía que nos llevabas por el camino de la huida de un maltrato y al final le has ofrecido una solución al menso válida a nivel personal de la protaginista. <me ha gustado
    Un beso

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  2. Manuel. Sólo hay que tener paciencia y tiempo para pensar bien como hacer las cosas. En caliente no sale nada bien porque actuamos impulsivamente. Es en frío cuando actuamos con premeditación y alevosía. Cuando mejor nos sabe la venganza.Un beso

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  3. En un principio, al decir ese de que era "él", comencé a sospechar algo. Ese clavo erecto merecía las tenazas que lo mataron. Ayyyy, lo que dan los ascensores, la típica escena de sexo aprovechando el parón y...un final inesperado.
    Tardabas Inma en aparecer, ha hecho falta subirte a este ascensor para que nos deleitaras simpre sensual, sorprendente, con tus relatos. Besitooo.

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  4. Nataia cielo. Cierto que he tardado en aparecer, pero en mi defensa he de decir que no he estado muy católica que digamos y la semana pasada me pilló en Sevilla con Susurros jeje. Si no, hubiera dicho que yo quiero ser una loba.
    Besos enormes

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  5. Como ya han dicho la venganza es un plato que se sirve frio, aunque aqui mezclado con el dolor, hay coraje y valentía, no todo el mundo tiene esa capacidad.
    Me ha sorprendido el final..
    Besos

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  6. Nos duele a todos. Ojalá que las lágrimas se acaben.
    Muy bueno y removedor.
    un abrazo brujita

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  7. Matices. Cierto, hay mezclanza de todo. Hay que tener mucha sangre fria para algo asi. Besos
    Cas. Se acabaran fijo. Besos

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  8. ¡Qué fuerte chica! que final. Me ha gustado mucho. Desde luego lo planeó bien. Ya dicen que la venganza se sirve en plato frio.
    Un abrazo

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  9. Carmen es un final muy inesperado, pero muy sabroso jeje. Besos

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  10. Anónimo17/12/10

    Ciertamente, lo tenía merecido el bestia ese, pero no puedo evitar pensar que esa reacción aparentemente fría y calculada, es la manifestación extrema de un trauma humano espantoso que no se cura quitándole la vida al agresor. Como relato, magnífico. Con la tensión en aumento y con un inesperado final.
    Un abrazo.

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  11. Bruuuuuujita ¡¡qué fuerte!! pero no el ¡¡qué fuerte!! que dicen tanto ahora jeje. Que fuerte hay que ser para poder servir un plato tannnn frio. Uffff es algo de lo que creo no sería capaz, pero no por falta de ganas porque ganas...todas, pero desde la primera vez que me lo encontrara me temblaría todo, hasta el alma y me descubriría.
    Magnifico relato Inma, y a la protagonista la aplaudo porque le ha echado dos...
    Tuvimos un paciente en el Hospital que se la cortó él solito porque había cometido una violación. Ojala a todos los tratara así el remordimiento. Quizás ese sea peor castigo para esos animales vivir sin la prolongación de su ego.
    Un beso grandote

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  12. Una vuelta más de tuerca al tópico del ascensor y el sexo.
    Enhorabuena. Volveré.
    Saludos.

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  13. Anónimo18/12/10

    antes de meterme en consideraciones, cuñada...eso, eso, dueeeleeee....
    y una vez dicha la gilipollez de turno,pues qué quieres que te diga...estoy seguro de que la inmensa mayoría mayoritaria estaría de acuerdo con ese final...a la postre es lo que un tipo así se merece...
    ah, dijiste que ibas a matar a alguien en el ascensor,pero no sabía que ese alguien se lo merecía...
    la castración al poder¡¡¡
    besos, cuñada...

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  14. Pepe, cierto, es un trauma que no desaparece matandolo, pero mitiga el dolor. Besos
    Medea, yo fíjate que si que creo que tendria esa sangre fria. Pienso que todo depende de la paciencia de cada uno y de las ganas de venganza. Que por un lado no lleva a ninguna parte, pero por otra te aseguras que a otra no la haga lo que te hizo a ti. Un beso enorme niña.
    Jorge, bienvenido. Puedes volver siempre que quieras. Un abrzao
    Cuñado. Ya, ya se que te dije que iba a matar a alguien jeje. Lo tenia amasadito, como la prota. Yo siempre mato con razon jajaja. Defensa propia que lo llamaria o enagenacion mental transitoria jajaja. Besosssssssssss

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  15. Vaya cambio final que has hecho, Inma. Me has dejado sentado con ese regate final.
    Pues nada, con la boca abierta, tratando de determinar si en ese asesinato concurren circunstancias agravantes o al menos atenuantes, te mando un saludo.

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  16. Juan Carlos. Tu eres el que entiende de leyes yo no. Aunque ultimamente por circunstancias ajenas a mi estoy aprendiendo demasiado de ellas jeje.
    Tu piensa las circunstancias que concurren que yo te diré que lo que si que hay es premeditación, alevosía y un para de ovarios.
    Te dejo un saludo

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