30/1/12

Y LLEGASTE...




Estando con un vacio, dentro de mí llegaste tú a llenar mi espacio.
Tocaste mi corazón, tocaste mi alma y mi espíritu.
Te conozco y me conoces.
Sabes de mi llanto, de mis tristezas y de mi risa.
Eres mi música, eres mi sueño.
Toma mi mano estoy aquí para ti si no te importa.
No puedo vivir si tu no estas, eres mi  luz, eres mi esperanza.
Has cambiado mi vida y te llevo dentro de mí.
 Ya no hay vacío en mí, solo un corazón que late por ti.


29/1/12

...Y COLORÍN COLORADO, ESTE JUEVES SE HA ACABADO.

Muchas gracias a tod@s  por vuestras aportaciones y vuestra participación en mi primer jueves dirijido.
Espero de corazón haberos hecho soñar y haber estado a la altura de tal honorable responsabilidad como es la de dirigir un jueves.
Una cosita más....
Por petición vuestra, Sara, consiguó al fin liberarse de su maldición y pudo conjurar a su amado. No la fue fácil, la llevó unos cuantos años, pero al final lo consiguió.
Aquí os dejo el hechizo que utilizó para volver a poder estar con su amado.
 
Conjugaré esta noche todas las fuerzas de lo oscuro, invocaré el fantasma del dolor de mi primera vez. Atraparé en un frasco tus gemidos y con ellos un hechizo haré.


Alas de murciélago y ojos de rana en lugar de una caricia en tu piel. Entre telarañas a quien se te acerque ataré. 


Con un remolino de palabras mágicas tu voluntad doblegaré y en un bacanal de insinuaciones te darás cuenta de que quiero más.


Esta noche bajo la luna llena, tu amor nuevamente requeriré, me quieras o no me quieras otra vez sobre tu piel arderé.


No necesito que me ames para tenerte, sólo deseo tus labios al amanecer, aunque para ello deba embrujarte otra vez.


En un aquelarre solitario reclamaré tu presencia, prefiero tu mala compañía a la amargura de tu ausencia

25/1/12

MI RELATO: DULCE SARA



Erase una vez...
Hace muchos años, en un recóndito lugar de un país alejado, vivía una bruja horriblemente fea. Sus ojos eran dos rendijas brillantes, su ganchuda nariz se veía adornada por una enorme verruga negra, su boca desdentada y pestilente y  de su garganta salían ranas y sapos cuando hablaba. Era tal su lamento, que tenía aterrorizado al país.
Era calva, excepto por un mechón de pelo que coronaba su cabeza, negro como la noche y brillante como el ébano.
La bruja se llamaba Sara y hubo un tiempo en el que fue hermosa.
El país en el que vivía desde niña, estaba reinado por un clan de brujas que gobernaban con leyes muy estrictas.
Escogían a sus novicias de pueblos o ciudades remotas y en sus escobas las llevaban a su país, de donde no volvían a salir.
La elección de las novicias era difícil, debían elegir a la más bella entre las vírgenes del lugar y raptarla en la oscuridad de la noche.
La captura de Sara, fue en una noche estrellada, cuando ella, aún niña, en el balcón de su casa observaba el firmamento, prendada por el aroma de las rosas que su padre había plantado para ella y que la rodeaban.
Un fuerte hechizo, hizo  que Sara, sin saber cómo, despertase al día siguiente en el país de la brujas, desconcertada y sin saber siquiera quién era, ni recordar nada de su pasado.
Con el tiempo, fue iniciada en las artes de la brujería. Siempre fue una alumna brillante, aplicada y perseverante. Acataba las leyes y respetaba a sus superioras.
Cuando creció, se convirtió en una bella y hermosa mujer. Sus cabellos eran como el azabache, su piel blanca inmaculada y sus ojos negros, brillantes y profundos. Capaces de enloquecer al más fuerte de los hombres.
La voz melodiosa de la brujita era el más potente hechizo jamás superado.
Un día Sara, fue la encargada de preparar el hechizo para la iniciación de otra novicia recién raptada. Tenía que recoger las hierbas y las demás cosas necesarias para el hechizo.
Iba haciendo el recuento en voz alta y parándose a oler las flores silvestres que bordeaban el camino...
- Una raíz de mandrágora, dos plumas de ave del paraíso... la cola de una salamandra, unas ramitas de tomillo, unas gotitas de sangre de dragón...
Se dio cuenta de repente de que se había alejado mucho de las murallas de su ciudad y se estaba haciendo tarde, pero le faltaban ingredientes y decidió seguir adelante unos minutos; volvería corriendo, se había olvidado su escoba y eso haría más lento el regreso. Pero no podía llegar tarde, ya que si cerraban las puertas y ella no estaba de regreso, sería severamente castigada por la reina bruja por incumplir ciertas leyes y eso atraería la desgracia sobre ella.
Apresuró el paso y llegó al borde de una cascada. El agua caía  desde gran altura, rompiendo sobre las rocas de la base del lago y corriendo saltarina entre ellas. Era tal la transparencia de las aguas y tal el acaloramiento de Sara por el paseo, que decidió darse un baño.
Se desnudó presurosa, deslizando hasta el suelo el amplio manto que la cubría, dejando al descubierto un cuerpo hermoso, de pechos henchidos y oscuros pezones y un liso vientre virginal que acababa en unas largas y hermosas piernas bien formadas.
No sentía pudor de su desnudez y bailó alrededor del agua, sintiéndose feliz, entonando un cántico que traspasó el lago y llegó a oídos de un hombre que paseaba a caballo .
Hechizado por el mágico cántico, el hombre se fue acercando al lago, atraído irremediablemente por aquella voz que rompía la quietud y el silencio del bosque... porque hasta los pájaros cesaron en sus trinos, ante aquella maravilla.
Sara no se dio cuenta de que estaba siendo observada cuando cesó su canto y saltó al agua.
De repente, su intuición de bruja le dijo que estaba siendo observada y giró rápidamente la cabeza, casi dándose de narices con el joven que desde su caballo y en la orilla la miraba casi en trance.
Ella no había visto nunca un hombre, ni tan siquiera sabía que existieran y las leyes no permitían que las brujas se relacionasen con nadie extraño a ellas. La ley era muy clara. La pena, la muerte o el exilio.
Observó atentamente al hombre, mientras en su boca se formaba sin querer una sonrisa, al ver la cara con la que él la observaba.
Era un hombre joven, alto, apuesto, varonil, de profunda y seria mirada, cejas marcadas y una hermosa cabellera oscura. Se sintió irremediablemente atraída por él y con voz cantarina le invitó a entrar en el agua.
Él sin despertar totalmente de su ensueño se despojó de sus ropas y entró lentamente en el agua, hipnotizado por  la mirada de la bruja que le sonreía traviesa y juguetona. No había maldad en las intenciones de Sara, sólo curiosidad por observar de cerca un cuerpo diferente al suyo.
Cuando él se hubo acercado a ella lo suficiente, Sara, alargó la mano y suavemente acarició el vello que cubría el pecho del caballero y siguió explorando lentamente su cuerpo. Rozó con sus dedos su barba, palpó sus carnosos labios y se enredó en sus cabellos morenos.
Las manos de él fueron inevitablemente hacia el cuerpo de ella que no le rechazó, extasiada por el juego y excitada por el contacto de las manos del hombre que recorrían temblorosas y exigentes ya, sus formas.
Él la atrajo lentamente hacía su cuerpo, pudiendo sentir los dos la tibieza de su abrazo y la dureza del miembro de él cuando se acercó a su sexo y sin darse cuenta, se dejaron llevar por la locura del momento, fundiéndose en un profundo e intenso éxtasis.
El dejó oír su voz varonil y profunda: - ¿Quién eres... dónde vives? No te había visto nunca.
Ella le respondió casi en un susurro: -Soy Sara... y quedó callada, pensativa, estaba sintiendo como sus hermanas brujas la reclamaban: - Me tengo que ir, susurró bajando los ojos.
El joven la agarró fuertemente las manos y le dijo: - Prométeme que mañana volverás.
Sara, se soltó rápidamente y le contestó ya fuera del agua y vistiéndose. - Te prometo que mañana volveré.
- Te estaré esperando, te esperaré siempre; le contestó él.
La bruja le sonrió con picardía y desapareció rauda entre la espesura.
Pero Sara no volvió. Fue castigada al destierro y transformada en un espanto del que huían hasta los animales. Era el castigo que marcaba la ley.
Él se quedó esperando de por vida, acudía a diario a la orilla del lago, a buscar a  Sara.
Esperó en vano, pasaron los días, los meses, los años... y él seguiría esperando hasta el último día de su vida.
Todos esos años, Sara estuvo escondida  entre los matorrales y le miraba llorando desconsolada ya que si él la veía convertida en aquel horror huiría despavorido y no volvería a verle más. Quería morir, pero la maldición se lo impedía, no moriría jamás.
El murió un día en el lago, viejo y cansado y  Sara cogió su cuerpo y le dio sepultura debajo de un castaño.
Dicen, cuentan... que una sombra ronda y gime cada noche, perdida en aquellos lares y se le oye decir: - Sara, mi dulce Sara... prometiste volver.
Y que Sara se pronuncia en alaridos de locura contestándole: - Sí amor mío... y volví.
Y colorín colorado... quién sabe si un día esas dos almas se encontraron...


...Y COMIENZA EL AQUELARRE

Sapos, culebras, dientes de tritón
Cantemos junt@s esta canción.
Ojos de salamandra, bigotes de gato
Que aparezcan ahora o mañana sin más tardar todos los relatos.

Verónica.
Natalia.
Gus (mi cuñado)
Mi hermanita Susurros
Yo
San
María Liberona
Medea
Alfredo
Cas
Rosa Desastre
Juan Carlos

22/1/12

CONVOCATORIA PARA EL JUEVES 26

Mis querid@s amig@s:
Este jueves mi querido cuñado me ha encargado la tarea de dirigiros a tod@s por estos lares.
Difícil tarea, pero estoy segura que con vuestra ayuda, un jueves más vamos a pasarlo de maravilla leyéndonos.
Como soy un poco bruja, este jueves vamos a hablar de nosotras. Sí, si. de nosotras LAS BRUJAS.
Hechemos nuestra imaginación a volar y hablemos de escobas, calderos, hechizos, amarres, conjuros y demás potingues.
Así que el próximo jueves 26 quedáis tod@s convocados a mi AQUELARRE.
Espero ansiosa vuestras historias.
Un beso hechizado a tod@s

18/1/12

ESTE JUEVES UN RELATO: DESDE EL CORAZÓN


Son las siete de la mañana y amanece un nuevo día. Hace ya muchos meses que mi despertador no suena, ya son muchas noches de dormir poco, mal y a ratos. No me acuerdo cuando fue la última vez que dormí de un tirón…
Me levanto de la cama y voy directa a tú cuarto a despertarte y darte los buenos días, pero cuando llego, me acuerdo que la cama hace ya mucho tiempo que está vacía y me digo a mí misma que no pasa nada, que todo pasa y que pronto volveré a poder besarte. Así que un día más me pinto la sonrisa y voy a despertar a tú hermana.
Cuando tú hermana se levanta, ya tengo su desayuno preparado. ¿Sabes? Desde que no estás, ya no compro ni croissants ni ensaimadas y el cola cao me dura mucho. Ojalá me siguiera durando un suspiro como cuando te lo desayunabas tú…
Cuando bajo al cole, voy muy atenta por si te veo pero tú hermana es muy lista y procura distraerme contándome cosas aunque más de una vez la he visto mirar de reojo a la parada del autobús aunque ella lo niega siempre.
Por la tarde, procuro no ir al cole para no verte porque cuando pasas por mi lado y me ignoras como se ignora a una desconocida, todo mi mundo se cae y sólo quiero morirme pero una vez más, me pinto la sonrisa, trago saliva  y cuando sale tú hermana, no nota nada.
Te quiero tanto mi niño
Por la tarde la casa está casi en silencio. Echo de menos vuestras voces, vuestras peleas, vuestras risas y vuestros juegos. Y cuando es la hora de acostarse, voy a darle un beso de buenas noches a tú hermana y a arroparla. Inmediatamente, entro en tú habitación, pero esta sigue como a las siete de la mañana. Vacía. Y me digo a mí misma que no pasa nada, que todo pasa que mañana será otro día.
Más corazones en casa de Mª José

11/1/12

ESTE JUEVES UN RELATO. PROFECÍAS DEL FIN DEL MUNDO

El día amaneció oscuro. Es cierto que llevábamos varios días sin que las nubes apenas dejaran ver el sol, pero hoy estaba especialmente oscuro. Un cielo plomizo lo cubría todo y fuera empezaba a soplar un viento helador que golpeaba sin cesar contra las ventanas.
Nunca me había creído las leyendas ni esas patrañas sobre el fin del mundo. Siempre pensé que no había nada de racional ni científico detrás de esas creencias, pero los sucesos de los últimos meses, me hicieron cuanto menos replantearme ciertas cosas.
Se había registrado una actividad volcánica inusual y los sismógrafos de todo el mundo no dejaban de registrar movimientos sísmicos. Además, los astrónomos daban por hecho una actividad solar anormalmente intensa. Decían que podían interferir en los sistemas de comunicación y los de distribución de energía eléctrica provocando un auténtico caos planetario.
Fuera, comenzaban a caer los primeros copos de nieve arrastrados por la ventisca.
En la televisión, aparecían las imágenes de miles de personas en todas partes del mundo contagiadas por el miedo a los desconocido.  A la muerte. Al fin del mundo.
Todas las religiones llamaban a sus fieles a rezar y esperar el fin de los días.
Los católicos se agolpaban en la plaza de San Pedro, los musulmanes en la Meca y los judíos en Jerusalén.
La paranoia y el caos estaban haciendo mella en este mundo tecnológico y civilizado.
Me asomé a la ventana y vi la calle desierta. Estaba oscuro y eran las once de la mañana.
El viento y la nieve golpeaban con odio la ventana de mi habitación. Me entró miedo y marqué el número de teléfono que me sabía de memoria, pero no había línea. Sólo se escuchaban los chasquidos de la electricidad estática al otro lado del teléfono.
Las noticias que salían por televisión eran cada vez peores. Había saqueos por todas partes. El miedo y la violencia hacían estragos y yo por fin asumí lo inevitable.
Lo que yo negaba, era verdad y jamás hubiera creído que era verdad.
Apagué la televisión y cerré la puerta con llave. Cogí una botella de wisky y empecé a beber. Si el fin del mundo llamaba a mi puerta, prefería no tener que abrir.
Los eflubios del alcohol empezaron a hacer mella entre lágrimas y risas chillonas. Así me quedé dormida.
Desperté en medio de un charco de wisky y apestando a vómito. El despertador del teléfono no paraba de sonar...Yo  escuchaba ese sonido en el fondo de mi cabeza. Pensaba que estaba muerta y que ese sonido era parte de mi vida pasada.
Pero no. Ese sonido era real. Ese jodido sonido me decía que eran las siete de la mañana y que tenía que levantarme para ir a trabajar.
La resaca era monumental y como pude me acerqué a la ventana.
Por desgracia, el mundo seguía ahí fuera, con todos sus problemas y todos sus miedos y yo, con mi hipoteca, mi trabajo de mierda y mi vida sin sentido.
Por un momento, me había hecho ilusiones. Pero... es más difícil que el mundo se vaya a pique por la avaricia de los hombres que por un cataclismo planetario me temo.
En fin, otra vez será.

Mas profecías en casa de San

3/1/12

DUERME PEQUEÑA DUERME


Estaba sentada bajo la ventana, miraba al cielo nocturno intentando vislumbrar algún pequeño haz de luz. La oscuridad lo anegaba todo, parecía que el negro había absorbido por fin todos los colores de la tierra.


No podía dormir. Por alguna extraña razón, a medida que transcurrían las noches, cada vez dormía menos y se encontraba más cansada.


Seguía con sus quehaceres como si nada, pensando que en cuanto todo volviera a su lugar, ella podría volver a dormir plácidamente y recuperar sus ojos chispeantes y su vitalidad derrochadora de energías...


Pero el tiempo pasaba, y las cosas no volvían a su lugar, a pesar de que todos sus esfuerzos viajaban en el mismo sentido.


Miraba la noche perdida en sus pensamientos, intentando encontrar una explicación a su repentino insomnio. Ella, que siempre había dormido como una marmota, que le encantaba pasar las horas muertas retozando en la cama, durmiendo siestas interminables, riéndose de sí misma por parecer un oso en invierno, pasando meses y meses en un onírico sueño... ella que siempre había dormido sin que nada perturbara sus noches, ahora era un ánima errante vigilando el sueño de otros...


Intentaba buscar algún color dentro de la negrura, intentaba saber porqué, pero todas las preguntas acababan en la misma respuesta... no lo sabía.


Echó un último vistazo por la ventana en un inútil intento de descubrir las pistas para salir del laberinto, suspiró desanimada y se metió de nuevo en la cama. Miró al techo con los ojos muy abiertos. Le temblaba la barbilla y le picaban los ojos. Una lágrima escapó tímida de aquellos dos faros nocturnos y se precipitó veloz por su mejilla para posarse en sus labios. Notó el sabor salado de la impotencia, y dejó abiertas las compuertas de aquella presa que le oprimía el pecho.


Lloró, lloró abiertamente, sollozando, respirando, sin secarse las lágrimas, dejó salir todo aquel torrente de cansancio, lloró y lloró sin parar hasta que las fuerzas la fueron abandonando...


Cerró los ojos intentando recuperar el ritmo de su respiración, hasta que se encontró sumergida en un mar de intenso azul.


Sentía como la marea movía su cuerpo a la deriva, escuchaba el eco del agua envolviendo su cuerpo y se dejó mecer por las olas, flotando boca arriba, respirando salitre y observando el azul del cielo...


Respiró y se dejó llevar por sus sueños...